En Norte América torturan
mucho a los que no son de estándar para arriba, por tanto, tener 16 años y
pesar 200 kilos es un handicap bastante grande.
Eso es lo que le sucede a
Troy, sumado a que hace no mucho falleció su madre, y la disciplina a la que lo
somete su padre, un poco por culpa y otro poco por su pasada como marine, hacen
que pocas ganas tenga este chico de seguir con su vida, así que, como quien no
quiere la cosa, va imaginando formas de desaparecer de este mundo.
Un día, luego de simular
mentalmente su suicidio tirándose bajo el próximo autobús, lo considera y lo
ejecuta en la realidad, solo que, un chaval muy grunge se antepone y lo salva,
o eso piensa él.
A partir de aquí nacerá una
extraña relación que hará que el “gordito” tenga un amigo, cambiando el
contador de cero a uno, y por la parte del flaco, conseguirá sentir algo de
calor humano, cosa que le falta.
Tras insistencia del
“salvador”, intentarán formar una banda de punk rock, y a sabiendas de que el
pasado en kilos no sabe pegarle dos veces seguidas con ritmo al platillo, se
apuntan a un próximo evento, que devolverá la confianza perdida en el
guitarrista y, hará que Troy tenga algo por lo que luchar, y sentirse más
sociable.
De entrañable textura, esta
obra va de menor a mayor, quitando alguna duda si la había, de que el actor que
da vida a Terri en la película homónima, tiene buena pasta y va a por más.
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